domingo, 27 de octubre de 2013

El lado turbio.



      Al parecer, poco importa lo que se diga de ciertas personas si hace ya tiempo que murieron. Durante años, muchos secretos permanecen ocultos por diversas razones. A veces de estado, a veces para perseverar la imagen que tenemos del personaje, otras veces por miedo a represalias, y otras, simplemente por vergüenza. Se cuenta que la historia sobre el tartamudeo del rey George VI de Inglaterra llevaba más de veinte años escrita, pero su esposa Isabel, más conocida como la reina madre, pidió que no se publicara hasta su muerte, y eso que solo se trataba de un simple tartamudeo. Ahora vamos a ponernos en el caso de revelar el contenido de numerosos archivos personales que contienen información sobre el lado más turbio de muchos personajes conocidos. Lo último que he leído al respecto, es un artículo que se publicó en el suplemento de un periódico hace más de un mes sobre Fred Otash. Dice de él que era el detective mejor informado de Hollywood y que trabajó a las órdenes de estrellas como Lana Turner, Judy Garland o Bette Davis. Y hasta es posible que fuera la última persona que escuchó respirar a Marilyn Monroe. Ahora, veintiún años después de su muerte, todos los expedientes celosamente guardados, ven la luz y siembran la polémica al contar secretos que los astros del cine jamás hubieran permitido que se revelasen... ni siquiera después de muertos. Este detective era tan carismático como los actores y actrices que espiaba, y hasta sirvió de inspiración para crear el personaje de investigador privado que Jack Nicholson interpretó en Chinatown. Otash hizo confidencias tan indiscretas como que  en asuntos de alcoba, "Kennedy era un hombre de dos minutos", que Judy Garland guardaba un alijo de drogas en un agujero hecho en el colchón, que él colocó el puñal en la mano de la hija de Lana Turner para que la acusaran de la muerte del amante de su madre, que gracias a su sistema de vigilancia escuchó las conversaciones entre Rock Hudson y su esposa en las que ella le reprochaba su homosexualidad, y que a causa de los micrófonos colocados en casa de la actriz, pudo escuchar la fuerte discusión entre Marilyn, Lawford y Bobby Kennedy unas horas antes de que muriera. Y estas revelaciones podrían no ser las últimas. Esta clase de periodismo mueve miles de millones y yo me he preguntado muchas veces qué sentido tiene. ¿Por qué importa tanto la vida de los famosos? Primero los encumbramos y les damos la consideración de dioses, para después rebuscar entre sus vidas hasta descubrir  que no lo son. Entonces, nos convertimos en jueces y verdugos y los expulsamos del Olimpo, unas veces a fuerza de sufrir críticas atroces, y otras sumergiéndolos en el más profundo de los olvidos. La cuestión es que nunca debemos olvidar que son solo personas que sufren la misma condena que el resto de los mortales: la búsqueda constante de la felicidad. Todos, desde el primer momento del día hasta el último, cada cosa que hacemos, es siempre tratando de ser feliz, aunque lo hagamos de manera inconsciente. Desde la ducha que nos relaja nada más levantarnos, pasando por el café del desayuno, la elección del vestuario, la música que escuchamos en el coche cuando nos dirigimos al trabajo, la idea de que tal vez hoy sea el día que le conozcas, la esperanza de que tu trabajo le guste a todos, la llamada que harás para hablar con esa persona que te necesita y decirle que todo saldrá bien... Y al final, llegar a casa, prepararte una cena ligera, sentarte en tu sillón favorito y ver esa película que tanto te gusta. Habrá sido solo un día más, como cualquier otro, como el de ayer. Pero otra vez, has perseguido el fantasma de la felicidad. Ese fantasma escurridizo que siempre vamos a perseguir con la esperanza de alcanzarlo antes o después. Ellos también lo persiguieron cada día, y así, Kennedy, tal vez creyó que lo encontraría entre los brazos de una mujer hermosa, Lana Turner junto al hombre equivocado, Judy Garland dentro de un tubo de pastillas, y Rock Hudson junto a algún jovencito que le permitiera ejercer su sexualidad sin juzgarlo. Pero eran dioses, y los dioses, al igual que la mujer del César, no solo deben ser decentes, también han de parecerlo. Y todavía hoy se les sigue juzgando, cuando ya ni siquiera están aquí para defenderse, olvidando en muchas ocasiones la labor que realizaron. Es injusto que cuando se habla de Kennedy, la mayoría de nosotros pensemos solo en su relación con la exuberante  Marilyn, y olvidemos que ha sido uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos, y que junto a su hermano Bobby gobernó con mucha inteligencia el tiempo que se lo permitieron. Y hasta es muy posible que nos libraran de una tercera guerra mundial gracias al saber hacer de los dos hermanos durante la crisis de los misiles de Cuba. Recordemos que todos ellos nos han prestado un servicio de alguna manera, un servicio que bien pudo significar un momento feliz del día.
     

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